domingo, 10 de junio de 2012

Camino a L.A.

-Me dijeron una vez que el dolor es mejor si genera agonía. Quisiera reventarte bajo mis pies. Bañarme con tu sangre. Beberme tus excesos. No dejaré que nadie te salve del infierno. Pedirán perdón los que crean que merecen absolución. Tú que creías que no podías caer tan bajo. Quítate el uniforme, túmbate en la mesa, ábrete de piernas. Las cartas boca arriba. Pedirás perdón, pero nunca tendrás mi absolución. Todavía queda tiempo. En este tren no hay nadie. Quedarás tan hecho polvo, que no podrás seguirme a Los Ángeles. Tus buenas noches iban de la mano de mis noches turbias. Te arrepentirás de haberlo hecho. Tú, que no tienes la culpa de ser como tú. Pagarás tus pecados y los míos. Haré que tus ojos sean comida para mis perros. No serás testigo de mi deseo. No hay superioridad en tu forma de mirarme. Por fin soy yo la que doy la absolución. Tus actos se pagarán caros, cariño. No quedará de ti ni el dolor del recuerdo.

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