Da igual lo que digas, lo que hagas lo que grites o lo que insinúes. No te hacen caso. Ni te lo harán.
Así que vete acostumbrando...
No puedes ser la reina. Solo pudiste ser una princesa cuando eras pequeña. Te adoraban, te mimaban, te decían cosas bonitas, llorabas y te calmaban. Hacían cualquier cosa para sentirte como una princesa en su trono de tamaño bebe.
Ahora no. Ahora has crecido. Ahora dices algo, y fingen no haberlo escuchado. Y piensas; seguramente no sea nada, o; lo habrán dejado pasar porque acabo de decir una gilipoyez.
Y vuelves a decir otra cosa, pero nada. Bueno si, ahora te dedican una cara de malestar.
No, las cosas no son como antes. Antes te adoraban, ahora te desprecian. Qué ha cambiado? Que ya eres mayor.
Te vas a pasear fuera, lejos de la gente.
Quieres ver de todo menos gente, alejarte de la maldad de las miradas. Y lloras. Te sientes débil, inexistente, cobarde y todas esas cosas que dan ganas tirarlas de un golpe por una ventana desde lo alto y deshacerte de ello.
Tres meses después.
Te ignoran, tu ignoras. Te ordenan y tu ignoras. Te gritan y tu sonríes, pensando en como puede llegar a ser la gente. Te encierras en ti misma. No dejas entrar a nadie.
"-Me traes eso de ahi...? +No."
Ya no eres una cobarde inexistente. Ahora eres una borde que estorba. Pero te da igual.
Existes. Para los demás no, pero para ti si.
Y eso basta para ignorar a todo el resto del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario