viernes, 19 de octubre de 2012

Lucy

La ropa es la mejor forma de dominar el mundo. Un mensaje subliminal que te deja totalmente al descubierto y, hay dos formas de elegirla: para proyectarte o para fingir ¿Con cuál llegarías tú más lejos?

Estaba claro que Lucy elegía su ropa para fingir. O por lo menos al principio era ese el criterio, aunque ahora parecía que la ropa le había contagiado su encanto. Era una militar con muy buen gusto. O así le habría descrito Ramón, de no ser porque había muerto.
James supo desde el principio que Lucy era una muñequita pija que había tenido que sobrevivir cuando la guerra se hizo con las manos que la sostenían. Ahora manejaba ella, Lucy.
Se imaginó que Lucy había nacido en una familia de ricos con casas de verano, invierno, primavera y otoño. Que probablemente hubiera sido... ¿lo contrario a progresista? Os juro que existen.
Pues eso, que Lucy habría vestido ropa de marca y tiempo atrás su pelo habría sido rubio (teñido, lógicamente) porque sus ojos azules no se podían camuflar, y decían mucho. 
Decían, lo primero de todo, que era de sangre y fría y azul. Decían que no le gustaba el Terror; le gustaba luchar contra el Terror. Y no por amor a la paz, no: porque le gustaba luchar, y luchar contra el mal era una buena forma de disimular sus preferencias guerreras. 
Además decían que era la mejor hija de puta.
James no entendía eso.
Lucy era inteligente. Lo sabía todo.
Y lo mejor es que era justa, joder. Sabía muy bien la diferencia del bien y el mal y siempre tenía razón.
Lucy era la mejor hija de puta.

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