sábado, 26 de mayo de 2012

Ewe

-Eh, tú ¿No sabes saludar, o qué?
-Qué? -pregunto Historylees dándose la vuelta, fingiendo desconcierto - Qué haces aquí?
-Hablarte. -dijo Ewelina como la dura piedra - Por qué me ignoras?
-Ya lo hablamos, y ahora no me apetece repetírtelo así que vuelve a tu casa y olvidame.
-Tan débil me crees? Crees que me romperé estando contigo?
-Si. - dijo Historyless como una puñalada - No tengo historia, ni tendré. No tengo lo que se dice una vida normal, y si te agarras a ella, seria como un suicidio. No quiero hacerte daño. Compréndeme.
-No tienes historia. Sin embargo, lo recuerdas todo... verdad?- Ewelina estaba al borde del llanto. Su mano agarraba la de Historyless, pero temblaba tanto que era él el que la agarraba para que no se cayera.
Historyless lo comprendió entonces. Comprendió que alejarse de ella seria un suicidio para ella igualmente. Y la quería. No dejaría que nada le dañara. 
Mientras pensaba eso, Ewe ya lloraba en su hombro.
-Venga ven, no llores, que te invito a un café.
Así, viendo el dolor por el que estaba pasando Ewe a través de sus ojos, Historyless se ablandó casi sin darse cuenta.
Dejó de ser tan necio como solía ser. Pero Ewelina era la única excepción en el mundo entero.
A partir de ese momento, no dejaría que nada la dañase. Ni siquiera él mismo.

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